Bailar

Un día desapareció todo lo que juraba que lo apartaba de mi, o algo así debió pasar porque volví a verlo.

Un atardecer volvió, cabizbajo, derrotado, al lugar donde bailábamos virtualmente cada noche, dónde lo había estado esperando durante lunas para poder bailar con él de verdad, mis pies sobre los suyos, mi cabeza en su pecho, escuchando latir su corazón. 

Por supuesto, yo estaba allí, como cada noche, sentada en el muro de piedra, con los pies colgando hacia el mar. 

Lo había esperado tanto, meses sin ver su rostro, ni siquiera en alguna foto borrosa, había visto en mi mente cambiar su cara de tantas formas, que no lo reconocí. Me habló cuando pasé a a su lado para irme, porque la cercanía que pretendía aquel desconocido me asustó. No reconocí su voz porque habíamos hablado muy poco, nada desde hacía lo que se me antojaban siglos. 

Me tomó del brazo y escapé corriendo, no había nadie alrededor y tenía tanto, tanto miedo...

-¡Detente! ¿No lo ves?

Me paré en seco.

-¡Mírame! Soy yo, no hay nadie más. Solo yo puedo verte, y solo tú puedes verme.

En aquel momento lo vi. Sí que había personas paseando, puestos y luces, velas y jábegas. Pero la gente me atravesaba al caminar y al volver a mirarlo... estábamos solos.

-Tú me has traído hasta ti, recordándome, esperándome, no permitiendo que dejara tu mente ni un minuto. Tú viniste antes...pero yo no lo supe. Cuando me tocó a mí, no sabía a dónde ir. He vagado por este limbo sin rumbo, escuchando tu corazón. Hoy he llegado a ti.

Yo lo escuchaba atónita. ¿Dónde estaba la gente? ¿Dónde las velas y las luces? ¿Dónde...?

Me tendió la mano y me dijo:

-Baila conmigo. Yo te cantaré nuestra canción al oído. 

¿Bailar? ¿Yo? ¿Con un desconocido?

-¿Por quién me tomas? - dije, molesta.

Soltó una carcajada. su risa, oh, su risa, lo devolvió a mi memoria.

-Exactamente por la persona que eres, la que decías que solo yo sabía ver. La que tardó días en dejar que la besara, y sin embargo se me avalanzó desnuda cuando menos lo esperaba. La que me dijo que me querría siempre... Siempre empieza ahora. Dame la mano.

Mis pies, sobre sus pies, mi cabeza sobre su pecho, el latir de su corazón. Y bailar, bailar, bailar...

 

 

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